Estudie la carrera de Técnico Artesanal en Joyería y en la escuela me lo enseñaron como tal, solo las técnicas, las cuales agradezco a cada uno de mis maestros por enseñármelas porque son de cierta forma un punto de partida. Pero nunca me sentí agusto con la idea de la joyería como un artículo solo comercial, en la que solo se le da valor al metal y el adornar el cuerpo ya de maneras predeterminadas. Siempre me dio pena los talleres en Taxco, Gro. en los que los joyeros solo se convierten en obreros haciendo miles de piezas al día con diseños anticuados y vacíos.
Al principio solo hacia piezas pensando mas en la técnica y muchas veces haciendo joyería a partir de otros diseños como los glifos prehispánicos, hasta que un amigo me regalo un libro de joyería colombiana en la que en sus primeras paginas hablaba del orfebre y su relación con el mago como trasformador del metal en la que explicaban como un chaman le da al metal forma culturalmente significante.
Me encanto leerlo, me hizo sentir privilegiada de aprender este oficio, no por ahora creerme bruja ni mucho menos chaman, pero si ayudándome a enfocar mi oficio desde otra perspectiva. el saber que podía expresarme a través de mi joyería en la que es un ejercicio de reflejar mis ideas y conceptos sin olvidarme que la joyería que hago es hecha para otro y que este al portar la pieza pueda sentir cierta magia y energía.